domingo, 26 de abril de 2020

La familia en espera

La familia en espera

Estamos en tiempos en los que los seres queridos, las personas con las que compartimos nuestros sentimientos y emociones están en otro espacio, en otro lugar, en otro lado. Pero no debemos fijarnos en lo que no podemos tocar sino en lo que podemos sentir: yo les quiero, ellos me quieren.
La distancia sólo es un espacio de ausencia pero que puede ser cubierto con el recuerdo de situaciones vividas; es momento de recordar aquellas momentos vividos y, sobretodo,  sentidos y dibujar esos momentos con la mayor cantidad de colores posibles, visibilizarlos con la mayor realidad imaginada y soñada que podamos; deberíamos poder sentir que están ahí, justamente delante de nuestro recuerdo y que van acompañados de ilusión, de alegría, de cercanía porque quien impone el dolor de la ausencia no es el factor físico si no el emocional y  este puede ser sustituido temporalmente por el recuerdo emocional vivido.
Muchas veces hemos soñado en algo que no podíamos alcanzar a tener y nos lo hemos imaginado con la misma ilusión que el deseo de tenerlo. Aún así hemos esperado, inquietos, con la paciencia proporcional a la realidad que teníamos que vivir.
No tenemos más que mirar para atrás para reaprender cómo hemos gestionado las ausencias, los vacíos, los duelos. La ilusión nace desde el interior, se alimenta con migajas de ánimo por cada acción que hacemos en cada momento del día y, por otro lado, soñar es el mejor antídoto ante la incertidumbre, sueños con ojos cerrados y mente abierta, con la esperanza por camino cosiendo cada instante con el hilo de la emoción positiva que vaya apareciendo en nuestra mirada.

Fco. Javier Lastra Freige
Psicólogo

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